La Fira del Ram y sus origenes
El día 28 de febrero empezará la nueva edición de la Fira del Ram 2018. Estará en nuestra ciudad hasta el día 19 de abril.
Es un buen momento para conocer algo más de tan centenaria celebración…
Es la Fira del Ram una convocatoria para niños de todas las edades, pues hace ya tiempo que esta feria es sinónimo de parque de atracciones. Pero eso no siempre fue así. El origen de esta feria, genuinamente palmesana, está directamente relacionado con la llegada a la isla de una escultura de la Verónica portadora de la reliquia de la Santa Faz. No se sabe con precisión cómo ni cuándo arribó esta imagen a Palma. La tradición cuenta que fue el cardenal Antoni Cerdà (Roma, 1459) quien desde Roma remitió dicha estatua-relicario a las monjas del monasterio de Santa Margarita (lugar donde hasta hace pocos años se encontraba el hospital militar). En cambio, hay historiadores que afirman que fue otro miembro del colegio romano el encargado de enviar la reliquia de la Santa Faz: el cardenal Jaume Pou Berard (Roma, 1563), que tenía una hermana monja en el referido monasterio. Si no se ha acabado por descubrir quien fue el donante de esta imagen, sí parece claro que provino de la Ciudad Eterna.
También está claro que desde un primer momento la Verónica despertó gran devoción entre los palmesanos, incluso extendiéndose su fama al resto de la isla. Tres eran las fiestas solemnes en que se exponía la reliquia a la veneración pública: El Domingo de Ramos, el Miércoles Santo y la Natividad de Nuestra Señora. Durante el Domingo de Ramos mucha gente se congregaba en el monasterio de Santa Margarita para visitar y venerar la imagen de la Verónica. Este acontecimiento fue aprovechado por algunos vendedores, que colocaron sus puestos en el claustro del monasterio. Empezaron algunos ceramistas que vendían figuritas de la Pasión, Cases Santes (Monumentos), con otros puestos que vendían estampas o frutos secos. Con el tiempo se vio que el número de tenderetes iba en aumento.
Tanto fue así que el recinto claustral quedó pequeño y se tuvo que invadir la vía pública. Se añadieron vendedores de ollas, jarras, platos, greixoneres y toda clase de chirimbolos. También siurells y otros juguetes de barro o latón. El monasterio de Santa Margarita llegó a convocar tal cantidad de gente durante el Domingo de Ramos que los puestos de venta se desbordaron por una parte importante de la calle Sant Miquel. De esta manera espontánea surgió la Fira del Ram. Debió de ser hacia el siglo XVIII cuando se puso de moda regalar durante este día un siurell o algún otro entretenimiento a los niños. Por este motivo, eran los jóvenes los que esperaban con más gozo la feria.
Con la aprobación de la ley desamortizadora de Mendizábal, el monasterio de Santa Margarita fue exclaustrado. En 1837, las monjas agustinas, con todos los muebles y pertenencias, se trasladaron al convento de la Concepció, sito en la calle del mismo nombre. A partir de ese año, la Santa Faz se expuso públicamente en la iglesia del convento de adopción, atrayendo a los fieles y también a los vendedores, que con sus puestos de venta ocupaban la calle Concepció hasta la fuente del Sepulcro para, desde allí, continuar hasta la fuente de las Tortugas. La gente que transitaba por la feria se empujaba y se pisaba, era tanta la marabunta que causaba desaliento.
Así se describía el bullicio de la feria hacia 1850: “La gent tresca y s´empeñy y se trepitja, es nins estirant es coll, badant sa boca y axecantse de puntes per afiná millo lo de ses taules; ses atlotes anant encollades tres ò quatre de brasset y fent riayes; es bergantells homonetjant, aglapint ses atlotes y riguentse de ses juguetes […] Atlot que en juguetes hei gastava dos o tres sous ja feia rumbo”.
Al final, el Ayuntamiento tuvo que tomar cartas en el asunto y decidió trasladar la Fira del Ram a la plaza del Hospital. Pero el espacio que proporcionaba este lugar no fue suficiente para poder instalar todos los tenderetes, por lo que la feria precipitó por la cuesta de la Sang para extenderse a lo largo del paseo de la Rambla. Fue en este último lugar donde a finales del siglo XIX apareció el primer tiovivo, artilugio mecánico que enseguida entusiasmó a los más pequeños. Los primeros tiovivos llegaron a Palma de la mano de empresarios peninsulares, especialmente catalanes. Tuvieron tanto éxito que con el pasar de los años fueron apareciendo nuevos artefactos recreativos, tantos que hubo que desplazar la feria hacia la zona comprendida entre las Avenidas y la plaza del Tubo.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, la Fira del Ram se había convertido en un parque de atracciones, el cual fue transitando por diferentes solares de Palma. Después de la plaza del Tubo, se trasladó unos años a una gran explanada que se había construido delante de la Catedral. Años más tarde, la construcción del Parc de la Mar obligó a buscar un nuevo asentamiento, esta vez en el polígono de Llevant. De allí, a los pocos años, pasó a un amplio solar delante del hospital psiquiátrico. En este lugar se mantuvo durante bastante tiempo, hasta que el proyecto del parque de la Falca Verda obligó a reubicar el parque de atracciones en Son Fuster, su emplazamiento actual. La figura de la Verónica, con su reliquia de la Santa Faz, continúa exponiéndose al público cada Domingo de Ramos.
La Fira de Dijous Bo
El Dijous Bo de Inca, la fiesta grande del Pla de Mallorca
A Inca se la conoce como la ciudad de la piel y también de las ferias, no en vano celebra en un sólo mes cuatro de las más populares de Mallorca. La última es el Dijous Bo, en la que se mezclan comercio, cultura y actividades deportivas.
El Dijous Bo es la feria más importante y multitudinaria de Mallorca, registrando alrededor de 200.000 visitantes en cada edición. Con ella se pone fin a las ferias de otoño de Inca, documentadas desde principios del siglo XIV.
Tiene carácter agrícola, ganadero, artesanal, industrial y alimentario, con gran cantidad de puestos y muestras de todo tipo además de un amplio programa de actividades. En los últimos años la mayor parte de puestos de la feria se abren el día antes, el Dimecres Bo.
El calendario ferial de Inca comienza con la Primera Fira, dedicada a las plantas, las flores, la artesanía y la agricultura; la Segona Fira, la del motor y los deportes, y la Tercera Fira, feria de época y de la sostenibilidad.
La Primera Fira se celebra el domingo siguiente a la fiesta de Sant Lluc (18 de octubre), siguiendo una tradición que se remonta a la Edad Media y las dos siguientes en el segundo y tercer domingos sucesivos. Aunque el día principal de las tres ferias es el domingo, el programa de actividades respectivo suele comenzar en viernes.
Todas las ferias están planteadas de una forma temática, de tal modo que la primera se dedica a los productos gastronómicos y agrícolas de la zona.. Adquieren especial relevancia los vinos y una extensa muestra de flores y plantas.
La Segona Fira está especialmente pensada para los jóvenes, con un programa centrado en el mundo del motor, el ocio y el deporte que convertirá las calles de Inca en una pista polivalente.
A la Tercera también se la llama Fira d’Època. En ésta los actos giran en torno al pasado más o menos remoto, con un rally de coches antiguos, actividades en relación a la historia de la ciudad, mercado medieval, etc.
La cuarta feria no se celebra el domingo siguiente, sino el jueves siguiente. Se llama Dijous Bo y es la gran feria de Mallorca. Reúne una extensa gama de actividades, con varias muestras de razas autóctonas de animales del campo. Una de las más significativas es el porc negre (cerdo negro), que se cría en los prados y bosques poco espesos de Mallorca. Con él se hace una exquisita sobrasada de sabor dulzón.
Las exposiciones abarcan también maquinaria agrícola, automovilismo, un mercado de artesanía, de productos gastronómicos, o el desfile donde se muestran las últimas creaciones en piel. Además, se programan exposiciones culturales, actividades deportivas y conciertos en la calle.
Con el tiempo, el día anterior al Dijous Bo ha tomado protagonismo propio y se le denomina Dimecres Bo. Celebraciones de todo tipo y una buena excusa para salir durante la noche anterior al jueves más concurrido del año.
El tren que une Palma con Inca es una buena alternativa al coche para acceder más cómodamente a las ferias.